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27º Festival El Caribe Cuenta, un encuentro de voces femeninas

Desde este verano soy un poco caribeña. Raro para una segoviana que tiene la misma movilidad de cadera que la Venus de Milo. Pero sí, son los efectos colaterales del Festival El Caribe Cuenta se me han quedado dentro unos trocitos de las palmeras, las calles coloridas y los ritmos calientes de la ciudad colombiana de Barranquilla, pero sobre todo los recuerdos compartidos con la buena gente, en todos los sentidos posibles, con la que convivido. ¡Y eso que solo ha sido una semana! Pero qué semana…

Esta vigésimo séptima edición de El Caribe Cuenta, capitaneada de manera impecable por Manuel Sánchez y Zoila Sotomayor, tuvo lugar entre el 25 de agosto y el 1 de septiembre, otorgando el protagonismo a las mujeres y sus historias. Tomamos la palabra 15 cuenteras de Argentina (Griselda Rinaldi), Cuba (Coralia Rodríguez, afincada en España), México (Lidia Zaragoza y Laura Casillas), Colombia (Maite Agudelo, Liz Quiroga, Mayerlis Beltrán, Yina Gutiérrez, Leidys Clavijo, Amalialu Posso, Luz Atanys y Bienvenida Anaya)  y España (Ana Griott, Cahti Calbo y yo misma). Nuestras historias fueron recibidas por un público heterogéneo, ávido de historias en este Caribe colombiano.

Viví en este Caribe Cuenta una sesión familiar fabulosa en la Sala Luneta50 y un par de contadas corales que fueron una delicia: la de apertura del festival, para público familiar, y la de cierre, para adultos, centrada en relatos de amor. En estas, compartí escenario con todas las mujeres que he mencionado, poseedoras de una calidad artística y humana excepcional.

También fui entrevistada, al igual que otras compañeras, por Manu Sánchez, director del Festival, en un ciclo de charlas tremendamente reveladoras. Todas ellas, abiertas al público, versaban sobre el proceso creativo de las narradoras bajo el título “¿De dónde salen los cuentos? Las infinitas formas de construir un repertorio”.

Aprendiz

Desde el otro lado pude disfrutar de varias sesiones de mis espléndidas colegas, que narraron relatos tradicionales, de autor o propios con estilos de lo más dispares. De cada una de ellas me guardo algún aprendizaje, porque si algo tienen los encuentros cuenteros de este calibre es que, además de pasártelo pipa, alimentan el alma, te ayudan a crecer y te proporcionan un chute extra de energía para seguir avanzando por estos caminos. De Griselda Rinaldi, destaco su elegancia y meticulosidad; de Coralia Rodríguez, con el abrazo amoroso que sientes cuando la escuchas; de Lidia Zaragoza, con su preciosa energía y forma de implicar al público; de Laura Casillas, su dulzura; de Maite Agudelo, su presencia frágil que contrasta con sus relatos potentes; de Liz Quiroga, su descaro y la calidad de sus textos propios; de Mayerlis Beltrán, su forma de habitar las palabras y la utilización tan certera de recursos teatrales para narrar; de Yina Gutierrez, su bis cómica y la conexión de su personaje “la Casimira” con el público barranquillero; de Leidys Clavijo, más conocida como “Pancracia”, su gracia natural y su  risa contagiosa; de Bienvenida Anaya, su estilo directo y su maestría con los trabalenguas; de Amalialu Posso, sus ganas de contar y seguir pegándole bocaos a la vida; de Luz Atanys, su expresividad; de Cahti Calbo, su amor por las palabras; y de Ana Griott, el poso que dejan sus historias y su dominio del lenguaje y los ritmos.

Haciendo comunidad

El Caribe Cuenta tiene, además de la vertiente escénica en la sala Luneta50 o en auditorios como La Perla o La Aduana, otra más social. Por las mañanas, las cuenteras solíamos contar, en solitario o con alguna compañera, en centros educativos y bibliotecas de Barranquilla o en municipios aledaños, normalmente en entornos vulnerables. Así, en esta semana festivalera, tuve la oportunidad de difundir mis historias por varios colegios y bibliotecas para niños y jóvenes, normalmente con grandes aforos. Tal vez el más llamativo fue aquel patio en el que se congregaron ¡¡500 chicas adolescentes!! con un nivel de escucha admirable.

En el plano más personal, os cuento que tuve oportunidad de celebrar en El Caribe Cuenta mi cumpleaños con antelación, una noche alrededor de una botella de vino, y luego ya el mismo día que cumplía años, el equipo organizador me obsequió con una tarta coronada por una bengala con la que casi me quemo el flequillo 🙂 y un paseo por el malecón de Barranquilla para hacernos fotos de “turistas chungas” – muy pintonas, eso sí –  con la estatua gigante de Shakira y un monumento al que llaman la aleta de tiburón.

Latimos a una con el fin de fiesta en el que un grupo femenino de cantantes y percusionistas tocaron temas locales mientras bailábamos alrededor con velas encendidas, unidas en una especie de rito mágico y ancestral.

Menos festiva fue la tarde en que sufrí la gastroenteritis viral, un clásico para delicados estómagos europeos como el de la que suscribe, poco habituados a las delicias caribeñas. En esas circunstancias recibí todos los cuidados y el cariño de mis compañeras – sobre todo, de mi querida compa de habitación, Lidia Zaragoza, que me cuidó como una madre 🙂 -, y de la gente de organización, pendiente en todo momento de mi estado. Esa misma tarde tenía mi función de adultos en solitario en la sala Luneta50, pero no pude hacerla. Lo mejor es que todo el mundo arrimó el hombro para organizar una sesión alternativa y que así el público que había agotado las entradas disfrutase de un buen espectáculo. 

Subrayo con fosforito el papel de Manuel Sánchez y Zoila Sotomayor al frente de este veterano Festival Caribe Cuenta, implicados con la cultura y tan humanos y cercanos que dan ganas de achucharlos todo el rato. Ellos están rodeados además de gente igualmente increíble con Oniris a la cabeza, apagando fuegos con la mejor de sus sonrisas, y mi querido Romer Peña, que vale lo que no está escrito, lo mismo para contar cuentos que para hacerse cargo de temas logísticos. Pero la lista  de colaboradores y apoyos es muy extensa y va desde los responsables en colegios y bibliotecas, pasando por conductores/as y técnicos, hasta el personal de los restaurantes La Filomena o Los Helechos o del Hotel Prado (hotelazo con piscina en la que nos pegamos buenos chapuzones, por cierto).

Puedo nombrar también a Carlos, haciendo una magnífica labor como jefe de prensa, Vicky, Yamila, Cristina, Cristian, Lukas, Lizy, Fagil, Carol y un larguísimo etcétera de gentes. Disculpas por las omisiones, porque este Festival lo hacen posible una multitud de personas convencidas del papel transformador del arte y la cultura. Su esfuerzo y determinación ha hecho posible que el Festival Caribe Cuenta lleve la friolera de 27 años celebrando la palabra a lo grande.

Elia Tralará

Redes:

www.instagram.com/luneta.50

www.facebook.com/lunetacaribe

Algunas reseñas de prensa:

https://www.elheraldo.co/sociedad/el-caribe-cuenta-2024-se-despidio-con-una-velada-de-cuentos-de-amor-1122533

https://laolacaribe.com/quince-cuenteras-se-tomaran-la-palabra-en-el-caribe-cuenta-2024/

Esta entrada tiene un comentario

  1. Gracias Elia por este emotivo escrito acerca de tu experiencia!
    Gracias a quienes hacéis posible que todo esto salga a la Luz!

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