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Crónica de las #14JornadasMANO

(Hanakotoba. El lenguaje de las flores)

Con algunas ramas caprichosas enredadas aún en el pelo, nos vamos recuperando de la celebración de nuestras XIV Jornadas 20M por el Día Internacional de la Narración Oral.

“Cuando los árboles cuentan” ha sido el lema y la razón que nos ha acompañado durante los tres intensos días que han durado las diferentes actividades programadas entre el 16, 17 y 21 de marzo. Ya anticipábamos como el motivo de hacer de los árboles nuestros cómplices en estas jornadas, ha sido fruto de cómo han alimentado nuestro imaginario colectivo a lo largo del tiempo y del espacio. Porque los árboles, como parte de la esencia fabuladora que define a los seres humanos, nos regalan un sinfín de escenarios para seguir contando, así que lo mínimo que podíamos hacer era, sin duda, contar con ellos.

Vamos a desmenuzar lo que dieron de sí las jornadas, a la sombra de un buen olmo, ¿nos acompañas?

Todo comenzó el sábado 16 de marzo. Este día tuvo lugar nuestro primer maratón de cuentos en Casa del Lector, ¡estábamos de estreno! A lo largo de la mañana y de la tarde, 28 narradoras y narradores correteamos por el bosque del espacio La Nube para contar historias, y nuestras palabras volaron como el viento entre las hojas de los árboles para susurrar a los oídos y hacer cosquillas en los corazones de más de 400 personas menudas y adultas que se acercaron a escucharlas.

(Narradoras y narradores que pasamos por el micrófono del maratón, plantado sobre una alfombra de césped, para ir sembrando cuentos)

Desde primera hora, un personaje verde que te quiero verde estuvo haciendo de las suyas: la bruja (Mamen Storytelling). Como maestra de ceremonias, se paseó para darle la bienvenida al público asistente, despertó un poquitito de miedo con algunas de sus historias, y también muchas risas, recibió algún que otro abrazo espontáneo, nos mostró su horrorosa dentadura y, sobre todo, controló que nadie se pasara de los diez minutos permitidos bajo amenaza de un buen culazo, garrotazo o escobazo, ¡como para no hacerle caso!, ¡si hasta dejó a una narradora sin voz tendiéndole una trampa! Bueno, en honor a la verdad diremos que por encima de todo nos mostró su lado más tierno y es que, al fin y al cabo, todo el mundo tenemos nuestras luces y nuestras sombras, ¿verdad que sí? A las 19 horas el maratón terminó, y La Nube se calló de repente tras horas de aplausos y árboles, mientras todo el batiburrillo de escenas, conversaciones, canciones, personajes, anécdotas, retahílas, érase que se era y colorines colorados, se quedaron pululando entre sus paredes.

Para quienes sobrevivimos a la bruja y nos empapamos con su encanto, la noche no acababa más que empezar, y La Bóveda nos estaba esperando. La gran Carolina Rueda nos llevó a lomos de las palabras nada menos que hasta Marte, con su maravilloso espectáculo “Gentes, caminos y sucesos”, entre ladrones de pasteles, historias de ciencia ficción y algún que otro globo atado en el dedo equivocado. Y es que con los cuentos se puede viajar a mundos insospechados, inexplorados e inoculados de fantasía.

Y el domingo 17 nos esperaban más aventuras en Casa del Lector, en concreto tres estupendas sesiones de cuentos.

Comenzó Ana María Caro, quien hizo su magia y con poemas, canciones e historias deleitó a los más pequeñines y a sus acompañantes en una sesión de bebécuentos en la que jugar con las palabras mientras que el lobo no está.

Siguieron Mar Amado y Virginia Rodríguez contando en la lengua de Shakespeare y haciendo disfrutar a las gentes que acudieron a su sesión entre dedos que giran y se transforman, galletas escapistas, picnics, osos y alguna traviesa exploradora del mundo.

Y para terminar la jornada del domingo, Elia Tralará nos hizo bailar al ritmo de su ukelele y nos contó las historias de un vecindario de lo más extraordinario, una sesión tan refrescante como el agua de su botijo y con tanto arte como el necesario para beber de él en plena función.

¡Ah!, pero antes de echar el cierre a las actividades del fin semana y de dejar Casa del Lector, todavía pudimos aprovechar un ratito para compartir en La Nube y entre un grupo de narrador@s, nuestros sentires y experiencias alrededor de lo que significa esta maravillosa profesión. Una inmejorable guinda a este apasionante fin de semana plagadito de nuevas raíces y suculenta savia nutrida al calor de los cuentos. Y sin olvidar a Simone Negrín, nuestro imprescindible técnico de sonido, sin cuyo sugerente par de guantes bicolores nada hubiera sonado igual de bien.

Como colofón a las jornadas de este año 2024, el jueves 21 tuvimos el privilegio de asistir en el Museo de Artes y Tradiciones Populares, a un momento de conversación entre Niré Collazo y Victoria Gullón. Bajo la atenta mirada de los gigantes, pasamos del festival de Zacatecas al de Montevideo, de la cantina a Lorca, y del flamenco a Galeano. Mano a mano, la narración oral fue danzando entre el público para recordarnos la necesidad de estar con otros, escuchar, conectar y entendernos, formar nuevos públicos, repensar lo que decimos y cómo lo decimos, y promover el buen decir. Todo un ejemplo de comunicación amigable entre bonitas palabras, toda una experiencia de vida entre dos gigantas de la narración oral.

Atrás quedan meses de coordinación y planificación, mensajes infinitos e intercambio de ideas, audios, correos y alguna que otra divertida quedada para grabar esos vídeos tan divertidos que han anticipado las jornadas. Tenemos la cabeza en las nubes y el corazón llenito de cuentos que seguiremos esparciendo a los cuatro vientos para que vuelen entre esporas y polen y lo llenen todo de magia, porque contar y escuchar cuentos es lo que más nos gusta en este mundo.

Que el deseo de que los árboles cuenten quede patente en el abrazo colectivo con el que estas jornadas aspiran a reforestar el mundo a través de la palabra.

Autoras: Tararíquetecris y Virginia Rodríguez (Comisión 20M)

Esta entrada tiene un comentario

  1. Queridísima comisión de prensa, garcias por vuestro trabajo. Han sido unas Jornadas, efectivamente, curiosas y estupendas, breves y esponjosas, participativas y conciliadoras. Gracias por darles vida de nuevo en el Blog y dejar que permanezcan siemprevivas. Mientras los árboles cuenten, seguiremos contando.

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