Ya está aquí el Carnaval (I)
Algunos detalles sobre los carnavales navarros
En plena semana de carnaval nuestro compañero Roberto Mezquita nos acerca al origen de esta festividad y, en concreto, a la tradición del Carnaval en Navarra*. Tradiciones todas que, con toda seguridad, recordarán a las que se celebran en otros puntos de España, con las peculiaridades propias de cada comarca.
Comenzaremos este recorrido con esta primera toma de contacto con el origen de la tradición y unas pinceladas sobre las tradiciones más típicas de Navarra.
Introducción
En el calendario festivo hay fechas fijas, determinadas por los solsticios como corresponde a Navidad o a San Juan; y que por tanto tienen un origen solar. Otras, son fiestas móviles, dependiendo de las fases lunares. Precisamente, la determinación del periodo de tiempo de Carnaval, se efectúa siempre, teniendo en cuenta la primera luna llena de primavera, que vendría a señalar el domingo de Pascua de Resurrección, que de ese modo podrá caer, según el año, entre el 22 de Marzo y el 25 de Abril. Pues bien, el martes de Carnaval, se celebra cuarenta y siete días antes.
En medio de este juego astral, cabe destacar que el 2 de febrero, se festeja el día de la Candelaria, considerado en ciertas culturas el momento en que los osos (cuya figura está bien presente en numerosos carnavales) salen de sus madrigueras, abandonando su letargo, para ajustar los calendarios lunar y solar, y acelerar la llegada de la primavera. Es por ello que en este 2023, el Domingo de Pascua, corresponde al 9 de Abril y por tanto, el carnaval y dependiendo de los lugares, se extenderá a lo largo de los dos meses anteriores.
Estas celebraciones carnavalescas, tienen un evidente origen pagano relacionado con las saturnales y lupercales romanas y/o las dionisíacas griegas; una de cuyas intenciones, sería la purificación y fecundidad, tanto humana como de los distintos animales domésticos.
En Navarra. Inauteriak y/o Aratuzteak
La forma en euskera más admitida para nombrar los carnavales navarros es inauteriak (pronúnciese iñauteriak), que haría referencia a un periodo de burlas, bromas y diversiones. La otra es aratuzte (dígase aratuste), que vendría a expresar la privación de comer carne.
La preparación del carnaval, comienza en los tres jueves anteriores al Domingo de Carnaval. El primero de ellos, llamado Gizakunde, está dedicado a los hombres, quienes recibían regalos de parte de las mujeres. El segundo, sería el Emakunde o “de Comadres” con los papeles intercambiados entre los géneros. Y el tercero, denominado Orokunde, pertenecía a niñas y niños, que tienden a imitar simbólicamente el mundo adulto.
Julio Caro Baroja, en su obra El Carnaval, señala que una de las finalidades primordiales de estas celebraciones carnavaleras con sus diversas mascaradas, es asegurar la buena marcha de la comunidad durante todo el año. Y que, para ello, se realizaban acciones diversas tendentes a expulsar las fuerzas negativas presentes en el entorno y a reproducir tanto el desarrollo satisfactorio de la vida humana, animal y vegetal; como de los trabajos fundamentales para el grupo.
Las cuestaciones
Durante todos estos mencionados jueves, se realizaban las llamadas “puskas” o cuestaciones por los diferentes municipios navarros, que no dejaban de llegar hasta los rincones y caseríos más apartados. Estas actividades petitorias, proporcionaban huevos, txistorra y tocino, gallinas, avellanas y castañas…que luego se empleaban en diversas comidas comunitarias.
Tenían además el sentido de recorrer casas y caseríos, como una manera de comunicarse y departir. A menudo se realizaban, cantando diversas coplas populares inventadas al efecto, como estas de Bera de Bidasoa: “Zingar, arraultze; zingar arraultze; bat ez bada, bertze, bertze”, que en su traducción dirían más o menos: “Tocino o huevos, tocino o huevos. O lo uno o lo otro”. Con frecuencia, estos recorridos por los diferentes núcleos habitados, se convertían en un animado “pasacalles” protagonizado por la música y el baile.
Dichas cuestaciones, permitían que las clases más humildes, pudieran disfrutar, al menos durante unos días, de una alimentación mayor en cantidad y calidad, que la que su condición económica les permitía. Era una manera de igualar, momentáneamente a los diversos grupos sociales, hecho que coincidía con la costumbre de las ya citadas saturnales romanas, en las que se dejaba en libertad a los esclavos; que llegaban a comer junto a sus amos. El resultado era la supresión e inversión del orden social común, una característica que sigue latiendo en las celebraciones actuales.
Dando la murga
Aunque no sean tan habituales en Navarra como en otras zonas de nuestro país, podemos subrayar el caso de la ciudad de Viana, cuyo carnaval se sustenta en estas canciones satíricas y populares, articuladas en grupos, denominados con el conocido nombre de murgas. Partiendo de músicas como el pasodoble, la habanera o la jota, la murga ironiza de modo irónico y popular, y en un lenguaje coloquial, sobre un amplio abanico de cuestiones locales.
A modo de conclusión primaria
Cabe decir, que las conexiones del carnaval con las distintas expresiones orales, son manifiestas, como bien puede deducirse. Dicha celebración, está repleta de coplas diversas y alusivas, que se utilizan sobre todo en el momento de las cuestaciones, pero también con otros y muy diferentes motivos; y que permanecen en el imaginario popular como eternas cantinelas. Algunos ejemplos de todo ello serán nombrados cuando entremos a detallar ciertos carnavales. Ahí están también las citadas murgas, un divertido y satírico ejercicio de ingenio popular, que a menudo sirve para ajustar las cuentas pendientes durante el año y que permite a las clases más humildes y por una vez, sin temor al castigo, arremeter y vilipendiar a las fuerzas hegemónicas, volviendo a restaurar cierto equilibrio social, a modo de justicia poética; cosa que sucede también con cierto genero de cuentos populares, denominados como “de costumbres”, que sirven como válvula de escape ocasional contra las desigualdades.
Hay otro dato, quizás menos evidente; pero igualmente importante y profundo para quienes nos dedicamos a la narración oral. El carnaval sigue conservando en su tuétano, restos de ese ancestral culto a los animales, denominado totemismo (que se refiere al hecho de que distintos animales se toman como elementos protectores de la tribu o las personas individuales), y que igualmente, según algunas teorías, pudiera estar en el origen de muchos de nuestros fascinantes “cuentos maravillosos”.
* Excepto algunas reflexiones personales y ciertos modos de relacionar, redactar y organizar las distintas partes de este artículo; y aparte de la “conclusión primaria”, casi la totalidad de datos e informaciones, están extraídas de Carnavales de Navarra de F. Javier Tiberio, libro que cuenta además con excelentes fotografías de Luis Otermin (Temas de Navarra. Gobierno de Navarra. 1993)
Esta entrada tiene 0 comentarios